miércoles, 26 de octubre de 2011

BAJO LOS OJOS Y LAS MANOS DE DIOS

Señor, tú me has examinado y me conoces;  tú conoces todas mis acciones; aun de lejos te das cuenta de lo que pienso. Sabes todas mis andanzas, sabes todo lo que hago!  Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú, Señor, ya la conoces.  Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí.  Sabiduría tan admirable está fuera de mi alcance; ¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!

(Salmo 139:1-6 DHH)

 

 

Dios tiene un conocimiento perfecto de nosotros, y todos nuestros pensamientos y acciones están abiertos ante Él. Más provechoso es meditar en las verdades divinas aplicándolas a nuestros propios casos, con el corazón elevado a Dios en oración, que con un enfoque mental de curiosidad o de debate.

 

Que Dios sabe todas las cosas, es omnisciente y que esté por doquier, es omnipresente, ambas son verdades reconocidas por todos, pero rara vez creídas correctamente por la humanidad. Dios lleva la cuenta estricta de cada paso que damos, de cada paso bueno y cada paso malo. Él sabe por qué regla andamos, hacia cuál finalidad nos encaminamos, con qué compañía andamos.

 

Cuando soy separado de toda compañía, tú sabes lo que tengo en mi corazón. No hay palabra vana, ni palabra buena en mí sin que sepas qué origen tuvo en mis pensamientos, y con qué intención fue dicha.

 

Dondequiera estemos, estamos bajo el ojo y la mano de Dios. No podemos descubrir cómo Dios nos escudriña; no conocemos cómo somos conocidos. Tales pensamientos debieran evitarnos el pecar.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario