martes, 8 de noviembre de 2011

MENSAJE DE TRIBULACION, TRIBULACIONES Y GRANDES TRIBULACIONES 003

MENSAJE DE TRIBULACION, TRIBULACIONES Y GRANDES TRIBULACIONES

INTERIORIZANDONOS EN EL PASAJE

 

 

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.  Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,  diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?  Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.  Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.   Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.”

(Apocalipsis 7:9-17 RV1960)

 

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.  Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.  Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.  Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

(Apocalipsis 21:1-5 RV1960)

 

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.  En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,  y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.  No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

(Apocalipsis 22:1-5 RV1960)

 

 

 

Tengamos presente el anterior vistazo general, donde señalo que la gran multitud corresponde a TODOS los creyentes de TODOS los tiempos, mientras analizamos el pasaje versículo por versículo:

 

Juan vio “una gran multitud, la cual nadie podía contar” (verso 9). A Abraham se le dijo que su descendencia sería tan grande e incontable como lo son el polvo de la tierra, las estrellas de los cielos y la arena del mar (Génesis 13:16). Si tomamos en cuenta que los cristianos son la descendencia espiritual de Abraham (Romanos

4:11; Gálatas 3:29), la descripción parece apropiada.

 

Otro punto a considerar del mismo verso es que la gran multitud procedía “de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas”. Esta frase recuerda las palabras con que, anteriormente, se había alabado al Cordero en el capítulo 5: “…con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (5:9).

 

Había salvos de todas las nacionalidades. Si usted ha tenido la oportunidad de situarse en una de las esquinas más transitadas de alguna de las grandes ciudades (yo trabajo en Santiago de Chile, en el Centro mismo de la ciudad… y créame que es así), y ha visto las muchedumbres multiétnicas, habrá podido vislumbrar lo que Juan vio. Observe que se trataba de “una gran multitud”. Jesús hizo hincapié en que son “pocos” los que encuentran el camino angosto “que lleva a la vida” (Mateo 7:14) —sin embargo, hay que tomar en cuenta que “pocos” es un término relativo.  Debemos tener cuidado de no caer en el “complejo de Elías”, quien dijo: “Sólo yo he quedado” (1o Reyes 19:10-14). Cuando nos sentimos así, necesitamos recordar a los “7000, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1o Reyes 19:18).  También ayuda la terminología de Apocalipsis 7, donde dice que ¡hay “una gran multitud, la cual nadie contar”, que se mantiene fiel al Señor!

 

A mí me alegra saber que sean muchos los salvos, ¿y a usted? ¡Qué triste sería que el cielo fuera un “pueblo fantasma” con calles desiertas y mansiones vacantes! Apocalipsis nos tranquiliza con el anuncio de que ¡será una metrópolis viviente atestada de gentes felices —una ciudad en la que brillarán resplandecientes luces, será incesante la actividad y se escucharán expresiones de regocijo!

 

Juan después añadió que la inmensa multitud estaba “delante del trono y en la presencia del Cordero” (verso 9). A modo de comparación, observemos lo que la reina de Saba dijo a Salomón: “Dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti” (1o Reyes 10:8). ¡Cuánto más dichosos serán los que están delante de Dios , nuestro Señor Jesús!

 

Los que estaban en la presencia de Dios vestían “ropas blancas” (verso 9). Estas eran las vestiduras que se les habían prometido a los que vencieran (3:4–5;  3:18). Las vestiduras blancas eran “el atuendo de palacio” para estar en el salón del trono celestial”. Pero también son las vestiduras de la Esposa que desciende desde el cielo… (versos de introducción)

 

Tenían “palmas en las manos” (verso 9). Esta es la primera vez que encontramos el simbolismo de palmas o ramas de palmera. Según la manera de pensar judía, las ramas de palmera simbolizaban victoria y regocijo. Se las usaba durante la Fiesta de los Tabernáculos, pues era éste un tiempo de regocijo nacional (Levítico 23:34, 40; Zacarías 14.16).

 

Como resultado, desde los tiempos, de Judas Macabeo se comenzaron a usar ramas de palmera en las festividades judías como señal de que se esperaba el restablecimiento del reino. Durante la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, las multitudes “tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:13).

 

 

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Dios le bendiga,

 

Pr. Jorge E. Pino Valenzuela.

Diplomado en Teología

Noviembre 2011.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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