martes, 13 de diciembre de 2011

Sobre la mujer y la predicación en una congregación III parte.

Continuando con la exposición…

 

TODA LA IGLESIA DE CORINTIOS CON DIFERENTES PROBLEMAS GENERALES

 

A través de 1 Corintios 14, Pablo estaba procurando eliminar la confusión reinante en la asamblea general, con el fin de que la iglesia pudiera ser edificada (versos 4, 5, 12, 19). Esta confusión pudo haberse estado produciendo en la asamblea, a causa de varias prácticas que estaban teniendo lugar, las cuales tendían a provocar desorden.

 

Entre estos problemas se pueden determinar algunos claramente:

 

1) Se estaba hablando, milagrosamente, en lenguas desordenadamente sin que hubiera un intérprete presente (1 Corintios 14.23) (aunque soy sincero en señalar que me cuesta un poco entender cuál fue el problema puntual de esto)

 

2) Más de un profeta estaba hablando a la vez causando más caos que edificación en la asamblea general(1 Corintios 14.27).

 

3) Las mujeres estaban hablando en la asamblea, y muchas podían haber estado interrumpiendo para hacerles preguntas a los hombres que estaban profetizando (1 Corintios

14.34–35).

 

Fue con el fin de corregir esta situación que Pablo se dirigió a cada grupo. Los que hablaban en lenguas debían hablar uno a la vez (y creo que esta es la explicación más plausible, en el sentido de que los que hablaban en lenguas se paraban en medio de la congregación, interrumpiendo el culto en general), y sólo cuando tuvieran un intérprete (1 Corintios 14.27–28).

 

Los profetas también debían hablar uno a la vez, y los demás debían juzgar lo que los profetas decían (1 Corintios 14.29–31). Y por último, las mujeres debían callar (1 Corintios 14.34), pues era “indecoroso” que una mujer hablara en la congregación (1 Corintios 14.35).

 

Para poder entender el mandato dado a las mujeres, hay cuatro principios que deben entenderse.

 

En primer lugar, esta regla SOLO se aplicaba cuando “toda la iglesia” se reunía (1 Corintios 14.23), Si no se cumple este primer principio, tampoco podemos aplicar la regla general. Por ejemplo, en los cultos de clases bíblicas NO se reúne toda la congregación, es por eso que esta regulación no se aplica a tal ocasión. El aplicar este versículo a una clase bíblica, en la cual no toda la iglesia está reunida, equivale a aplicarla en una situación a la que Pablo no se estaba refiriendo. No deberíamos ponerles restricciones a ocasiones no tratadas en el pasaje.

 

En segundo lugar, el significado de la palabra “hablar”, debe determinarlo la situación, en la cual aparece, y debe retener su significado primordial, a menos que el contexto indique otro significado. La palabra “hablar” es la que se usa para traducir el vocablo griego lalein, el cual significa “hablar”, o “emitir un sonido”. Esta palabra aparece 299 veces en el Nuevo Testamento, y en la mayoría de los casos significa “pronunciar discurso” o “hablar”. El término aparece veinticuatro veces en 1 Corintios 14. En el contexto de

1 Corintios 14.34, la palabra lalein (“hablar”) significa dirigirse a la asamblea con un mensaje.

 

En este marco, la palabra “hablar” se refiere a pronunciar un discurso en público, no a la entonación de cánticos. La índole del hablar [lalein], y del callar [sigao] se evidencia por el uso de las mismas palabras en los versículos que preceden (27–30), acerca del hablar de los que hablaban en lenguas y el de los profetas. El idioma allí mencionado se refiere al discurso pronunciado en público, que se usaba para dirigirse a la asamblea, y el callar, al cese de ese hablar.

 

 

En tercer lugar, el significado de “callen” (del griego: sigao; 1 Corintios 14.34), “estar en silencio” o “guardar silencio”, no carece de importancia. Para

los que milagrosamente hablaban otro idioma o en lenguas angelicales, sigao (callar) significaba que debían dejar de dirigirse a toda la congregación, o abstenerse de hablarle a

ésta (1 Corintios 14.28). Esta instrucción significaba lo mismo para un profeta que estuviera hablando (1 Corintios 14.30).

 

El texto nos enseña que los varones podían “hablar” en el sentido de hacerle preguntas a otro que estuviera hablando. Al menos, ninguna restricción se les imponía a los varones en

cuanto al hacerles preguntas a los que hablaban en lenguas o a los profetas. Un profeta, o uno que hablaba en lenguas, debía “guardar silencio”, o abstenerse de pronunciar un discurso, mientras otro estaba hablando. Por lo tanto, en esta sección la palabra sigao significaba “guardar silencio” en el sentido de no tomar la palabra para dirigirse a la congregación.

 

La misma restricción fue entregada por el Apóstol a las mujeres con el argumento que  “es indecoroso que una mujer hable (pronuncie un discurso) en la congregación” (1 Corintios 14.35).

 

En cuarto lugar, la instrucción de Pablo para las mujeres,  fue en el sentido de que ellas no debían tomar la palabra para pronunciarle discursos a toda la congregación, y que debían abstenerse de hacer tal. Esto no tiene nada que ver con el que las mujeres sean parte del cántico congregacional. Con el fin de evitarles interrupciones a los que hablaban, Pablo también dijo que si las mujeres tenían alguna pregunta que hacerles a los que estaban presentando mensajes inspirados, que ellas debían preguntarles a sus propios esposos en casa.

 

 

Dios les guarde!!!

 

Jorge E. Pino Valenzuela

Pastor Evangelista

Pueblo de Colina

Santiago de Chile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario