martes, 13 de diciembre de 2011

Sobre la mujer y la predicación en una congregación II parte.

Continuando con mi exposición:

 

LA SUJECIÓN, ANTES DE ENTRAR EN LOS TEXTOS EN CONFLICTOS:

 

Con estas palabras comenzó a hablar de las relaciones entre hombres y mujeres Pedro: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros

maridos;…” (1 Pedro 3.1). Anteriormente, Pedro había apremiado a estos cristianos a someterse a las autoridades humanas (2.13), y había apremiado a los siervos a someterse a sus amos (2.18).

 

La  palabra “asimismo” enfoca nuestra atención en la progresión del pensamiento de los versículos anteriores, al de esta recomendación para las mujeres. La sujeción es parte de la vida. En cualquier acción que implique los esfuerzos de más de una persona, alguien debe estar a cargo. Puede ser que el que esté en autoridad no sea la persona ideal, pero es mejor que sea el segundo o el tercero de la lista de los mejores, el que esté a cargo, que avanzar sin dirección alguna.

 

Sin sujeción no hay autoridad. Las palabras de Pedro dieron por sentado que la mujer tenía elección en cuanto a su decisión de estar, o no estar sumisa. He conocido familias en las que la mujer no tenía tal elección. Ella, o se sujetaba a su marido, o se veía obligada a llevarlo a un tribunal. El marido cuya mujer se le sujeta por elección será un marido dichoso, se lo aseguro. Cuando Pedro le dijo a la mujer: “estad sujetas”, esto es lo que, en otras palabras, estaba diciéndole: “Permítale a su marido ser el líder de su familia”. El varón cristiano,  cuya esposa se haya propuesto que él no sea cabeza de su familia, hallará difícil ser tal cabeza.

 

El sujetarse, ya sea a gobiernos, a amos o a maridos, equivale a aceptar un papel determinado dentro del orden establecido. Ello está muy lejos de constituir una calificación del valor, inteligencia o habilidad de alguien. Pedro dijo que la mujer debe sujetarse a su marido. Es de suponer que se trata de un marido no cristiano. En la medida que las buenas obras y la conducta sumisa de los cristianos constituyan razones para que los gentiles den gloria a Dios (2.12) y hagan callar a los ignorantes (2.15), en esa misma medida la conducta sumisa de las mujeres ejercerá una poderosa influencia para ganar a sus maridos para Cristo.

 

Aparentemente, era cierto entonces, entre los lectores de Pedro, y lo es también hoy día, que las mujeres estaban más dispuestas que los hombres, a abrir sus mentes al mensaje del amor y de la gracia de Dios. No hay duda de que muchos hombres gozarán de la eternidad en los cielos, gracias a que vieron los frutos de la vida cristiana en la conducta sumisa de sus esposas.

 

 

COMENZANDO EL PRIMER GRAN TEMA: ¿Se les permite enseñar a las mujeres en la congregación general?

 

 

… vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación (1 Corintios 14.34–35).

 

Cuando analizamos el mandamiento de 1 Corintios 14.34–35, en el sentido de que las mujeres deben callar en las congregaciones, nosotros deberíamos primero tomar en cuenta la frase que dice “Como en todas las iglesias”, la cual se encuentra al final del versículo 33. ¿Debería esta frase terminar la idea del versículo 33, o comenzar la del 34?

 

Dado que las palabras del versículo 33a, no admiten mayor calificación, la cláusula que dice: Como en todas las iglesias, no puede ser unida a la que le precede, como algunos han

tratado de hacerlo. Cuando se une a la que le sigue, tales palabras constituyen un buen recordatorio de que este mandamiento no es dado a los corintios solamente, sino también a

todas las iglesias.

 

La siguiente ha llegado a ser una importante pregunta: “¿Se les permite a las mujeres enseñar cuando toda la congregación del pueblo de Dios se reúne?”.

 

Pablo escribió: “… vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice” (1 Corintios 14.34).

 

Algunos creen que en este pasaje, Pablo les estaba prohibiendo a las mujeres hablar en la asamblea general. Otros no piensan que se aplica siempre al hablar de las mujeres en la

asamblea general, sino que se aplicaba bajo ciertas circunstancias dentro de ese marco. Todavía otros creen que se aplicaba a las mujeres de la iglesia del primer siglo, pero que no se aplica hoy día.

 

¿ACASO LA PALABRA DE DIOS SE CONTRADICE?

 

Algunos creen que Pablo se contradijo a sí mismo en 1 Corintios 11.2–17 cuando habla del ejercicio de los dones de TODOS los creyente, y en 1 Corintios 14.34–35. Son varios los esfuerzos que se han hecho con el fin de resolver este aparente conflicto de su enseñanza. No es necesario suponer que una contradicción existe, cuando otras explicaciones aceptables pueden darse. Si el único lugar en el cual las mujeres podían orar o profetizar, era en la asamblea general de la iglesia, entonces Pablo podría haber entrado en contradicción consigo mismo. No obstante, las mujeres podían haber orado y profetizado bajo muchas otras circunstancias.

 

El hecho de que algunas mujeres se reunieran, por ejemplo, para propósitos religiosos en Filipos (Hechos 16.13), puede ser un indicio de que esta era una práctica común entre las mujeres cristianas también dando cabida a que los cultos de mujeres, donde predican mujeres a mujeres tiene un aval escritural. La regulación de 1 Corintios 14.34–35, se aplicaba solamente cuando “toda la iglesia se (reunía) en un solo lugar” (1 Corintios 14.23), mientras que 1 Corintios 11.5, probablemente se aplicaba a ocasiones distintas de la asamblea general de la iglesia.

 

En el amor de Cristo.

 

Jorge E. Pino Valenzuela

Pastor Evangelista

Pueblo de Colina

Santiago de Chile.

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